Desde muy pequeña mostró su afición por las letras. A los 5 años escribía cuentos y los ilustraba; también los armaba. Seguramente era un preludio para lo que vendría. De la mano de su madre y sus tías aprendió a cocinar. Sus primeros recuerdos son preparando galletas, sobre una mesa que le parecía enorme. Surgieron entonces desde esta temprana edad, sus dos pasiones: la literatura y la cocina.
A pesar de ser de una familia de artistas, tuvo que pelear “contra viento y marea” cuando decidió estudiar Filosofía con especialización en Literatura. Ganó la batalla y la universidad dejó una marca indeleble en ella. Sus profesores, entre ellos Giovanni Quessep –a quien recuerda con admiración- hicieron con sus clases, su conocimiento y su forma de narrar, que su pasión viviera aún más.